jueves, 6 de abril de 2017

KAREN YULIETH VILLAMIZAR MARMOLEJO 8-2 EL ESPÍRITU DE LA SIRENA.

                  El espíritu de la sirena.
Por: KAREN YULIETH VILLAMIZAR MARMOLEJO 8-2                        
            La princesa que deseaba ser reina.

Había una vez una hermosa princesa llamada Carla que le gustaba las sirenas, aquella niña vivía en un palacio grande que tenía un jardín florecido a su alrededor. Al caer la tarde la princesa salió al pueblo y escuchó decir a su abuela que había aparecido una sirena en el pueblo y que estaba en el bosque, ubicada en el rió que pasaba cerca de la casa de la abuela. La niña no pudo resistir las ganas de ir a verla y le dijo a su vuela que por favor la dejará quedarse ahí con ella, la abuela llamó a la mamá de la niña esa noche. Al caer las 12:00 de la noche se escuchó un ruido muy feo, la niña se despertó asustada y llamó a su abuela, se acercaron hacia la ventana y observaron que la sirena se había convertido en un espíritu.
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SEGUNDO CUENTO:



LA NOCHE MÁGICA


Erase una vez un pequeño niño de tan solo 5 años que le gustaba mucho ver un programa de televisión que era diabólico, una vez el niño quedo solo en la casa porque su mamá se tuvo que ir al trabajo y aprovecho para disfrazarse de Simpson, se llegaron las 8:00 de la noche y su mamá nada que llegaba, de pronto en ese instante vio una sombra de una persona pasar, el niño pensó que era su madre, pero estaba muy equivocado era un espíritu de uno de los personajes de la televisión, el niño empezó a seguir ese espíritu y no se fijaba por donde iba por que el solo quería ver que podía ocasionar aquel espíritu, al regresar su madre del trabajo, no encontró a su hijo por ningún lado. Lo buscaba y lo buscaba pero no había respuesta de él, su madre muy angustiada salió rápidamente a buscar ayuda de sus vecinos, entre todos buscaban al niño con la esperanza de encontrarlo. De repente escucharon unos gritos muy horribles  de  auxilio, corrieron hasta llegar a esos gritos y encontraron al niño metido en un hueco ya casi muriéndose, todo se descubrió,  era el espíritu quien tenía al niño amarrado en ese hoyo y así aquel niño no volvió a mirar más esos muñecos por miedo a que le volviera a suceder lo mismo.

TERCER CUENTO:


               Pitt encuentra un perro.

Pitt es un niño que estudia tercero primaria. Es de esos niños que les gusta jugar todo el tiempo. Él siempre quiso tener un perro, pero su papá no quería darle una mascota. No era que no quisiera; en realidad, no podía. La mamá de Pitt le decía: ¿Y qué comería tu perro, si a veces casi ni nos alcanza para comer a nosotros? Alguna cosa resultara para darle respondió, Pitt luego se inventó la historia de que cuando se acostaba, unos hombres pequeñitos venían a su cuarto y no lo dejaban dormir; que la única forma de espantar a los hombrecitos era teniendo un perro. Pero el papá lo que hizo fue poner junto a la cama de Pitt el retrato de un policía. Cuando vengan los hombrecitos, el policía se los lleva para la cárcel.
 Un día cuando Pitt regresaba de la escuela, un perro callejero, sucio y muy lanudo, buscaba comida en un basurero. Pitt le silbó y el perro paró las orejas, en señal de atención, cuando lo mira de cerca el perro estaba convertido en un león, Pitt sale corriendo muy asustado a grito entero clamaba auxilio, ¡está hambriento me quiere comer! Llegó a su casa tan asustado que ya no quería saber más de mascotas, pues el perro que tanto anhelaba se había convertido en león que si entraría en su casa devoraría hasta a su familia. Desde ese momento se olvidó de las mascotas.

CUARTO CUENTO:


                La zorra y el cuervo.

La zorra salió un día de su casa para buscar qué comer. Era mediodía y no se había desayunado. Al pasar por el bosque, vio al cuervo, que estaba parado en la rama de un árbol y tenía en el pico un buen pedazo de queso. La zorra se sentó debajo del árbol, mirando todo el tiempo al cuervo, y le dijo estas palabras: - Querido señor cuervo, ¡qué plumas tan brillantes y hermosas tiene usted! ¡Apenas puedo creerlo! Nunca he visto nada tan maravilloso. Me gustaría saber si su canto es igual de bonito, porque entonces no habrá duda de que es usted el rey de todos los que vivimos en el bosque.
El cuervo muy contento de oír esas alabanzas, y con muchas ganas de ser el rey del bosque, quiso demostrarle a la zorra lo hermoso de su canto. Abrió, pues, el pico y cantó así: - ¡Crac!
La zorra se tao bien las orejas, pero abrió bien el hocico para atrapar el queso que el cuervo dejó caer al abrir el pico. Lo atrapó, se lo tragó, y le dijo al cuervo: - Muchísimas gracias, señor cuervo. ¡Que sabroso desayuno!

La zorra se fue, relamiéndose los bigotes, y el cuervo se quedó muy pensativo.

QUINTO CUENTO:

                      El origen de la noche.

El sol había creado la tierra con sus animales y plantas, pero aún no había gente. Luego decidió poblar la tierra y para eso hizo un hombre de cada tribu del Vaupés: hizo un Desana, un Pira-Tapuya, un Uanano y un Tuyuka. Para enviar esta gente a la tierra, el Sol se sirvió de un personaje llamado Pamurí.
Pamurí se embarcó en una gran canoa viva, pues en realidad era una gran culebra que nadaba por el fondo de las aguas. En su interior venía la gente. Fue un viaje muy largo, pues debieron ir por los ríos en el sentido contrario a su corriente, ya que querían establecer las comunidades en las cabeceras de los ríos. La gente ya estaba cansada. En ese entonces, aún no se conocía la noche y por eso siempre viajaron con la luz del Sol. Cuando los primeros hombres se habían embarcado, el Sol le dio, a cada uno, un objeto para que lo llevara con mucho cuidado. A uno de ellos le había dado una pequeña bolsa negra, bien amarrada.
El hombre se puso a mirar la bolsa, pues no sabía qué había adentro La abrió y, de pronto, salió una multitud de hormigas negras. Tantas, que taparon la luz y todo se oscureció. Esa fue la primera noche que hubo. Pamurí dio a cada hombre un cocuyo para que se alumbrara, pero la luz fue muy poca. Las hormigas se multiplicaron y los hombres trataban de llamarlas, pero no sabían hablar. Entonces, vino el mismo Sol y, con una varita, azotó la bolsa e hizo entrar otra vez a las hormigas. Pero las que no cupieron se quedaron en la selva e hicieron sus hormigueros. Desde entonces hay hormigas. Una vez que las hormigas estaban en la bolsa, volvió la luz. Pero, desde entonces, también existe la noche.

SEXTO CUENTO:

                      El concurso de resúmenes.

Cada niño va a hacer un resumen oral de su vida dijo la maestra, pero eso sí, bien cortico, sólo hay que decir lo más importante, bien claro y bien ordenado.
¿Y el resumen más resumido tiene un premio? Pregunto Saturio, uno de los niños. Sí el premio es un apretón de manos de todos los compañeros.
¿Un apretón muy apretado? Volvió a preguntar Saturio. Bueno, un apretón – apretón, sólo para felicitarlo por su trabajo, pero sin que le duela. Entonces, yo voy a ser el primero en concursar haciendo un resumen de mi vida. Oigan bien para aprender.
-Este era mi papá casado con mi mamá y mi mamá casada con su marido, es decir, mi papá, que también se llama Saturio como yo…
Y siguió Saturio habla que te habla, y le parecía que no hablaba pero hablando estaba.
¡No, no, no! Lo interrumpieron los niños. Si sigue así, no va a tener cuándo acabar. Mejor yo comienzo con el concurso dijo otro niño llamado Neftalí.
-Viejo y muchacho con su boquita callada porque si siguen hablando, por Dios que no cuento nada. El día en que yo nací, el cielo estaba claro y una suave brisa tibia mecía las hojas de los árboles. Los pajaritos…
¡No tampoco! ¡Eso va a ser un cuento, no un resumen! Tienen razón niños. Recuerden que para resumir hay que abreviar, acortar. Para hacer un resumen de su vida, tienen que decir solamente cuáles son los eventos más importantes de su vida.
Ya entendí profesora, déjeme concursar otra vez, pidió Saturio. Está bien comienza.
- Yo nací el 31 de marzo de 1985 en Susacón (Boyacá). Me registraron a la semana y me bautizaron al mes. Al año ya me habían puesto todas las vacunas. Un poquito después aprendí a caminar y antes de cumplir los tres años ya hablaba bastante bien. Tenía cinco años cuando mis hermanos me enseñaron a montar a caballo, pero mi primer potranco me lo regalo mi abuelo a los 7 años, cuando entre a la escuela. En ese mismo año aprendí a leer y a escribir, a sumar y a restar. Mi recuerdo más lindo es la semana santa en que mi abuelo me regalo el potrico. Mi mamá tenía miedo de dejarme montar solo, pero yo ya sabía defenderme bien. Mi mejor amigo se llama Juan Quiñones. Ahora estoy en 3er nivel y me estoy preparando para hacer la primera comunión.
Terminado el resumen,  los niños dieron un gran aplauso a su compañero, reconociendo que lo había hecho muy bien. Lo mismo opino la maestra.
De ahí en adelante, todos los concursantes hicieron resúmenes tan buenos, que todos se ganaron un apretón de manos de todos, incluyendo a Neftalí, a quien le dieron una segunda oportunidad de concursar.

SÉPTIMO CUENTO:
                                    El osito huérfano.

Había una vez un osito que era huérfano, sin embargo era el más popular de su pueblo, el, a pesar de que estuviera rodeado de amigos él no estaba satisfecho.
Él quería saber quiénes fueron sus padres, lleno de dudas se lanzó a un viaje en busca de información sobre sus padres. En su viaje se encontró con un gatito quien rápidamente se hizo su amigo. Al encontrar a sus tíos le contaron todo, el estando muy feliz de que sus padres fueran buenos osos regreso a su casa muy satisfecho pero un poco pensativo y con miedo de que por causa de todo lo que estaba ocurriendo podría perder a sus padres y hasta a sus amigos.
Al llegar a su pueblo se encontró con un caos total, todos lo buscaban, en cuanto lo vieron corrieron a abrasarlo y les conto todo y se pusieron felices sabiendo que él era muy valiente y audaz,  el osito se sintió muy acogido y dejo el miedo porque sabía que contaría con el apoyo de sus compañeros y así vivió muy feliz por siempre al lado de sus padres.

OCTAVO CUENTO:

                        El Palacio de la Luna.

Fue el verano en que el hombre pisó por primera vez la luna. Yo era muy joven entonces, pero no creía que hubiera futuro. Quería vivir peligrosamente, ir lo más lejos posible y luego ver qué me sucedía cuando llegara allí. Tal y como salieron las cosas, casi no lo consigo. Poco a poco, vi cómo mi dinero iba menguando hasta quedar reducido a cero; perdí el apartamento; acabé viviendo en las calles. De no haber sido por una chica que se llamaba Kitty Wu, probablemente me habría muerto de hambre. La había conocido por casualidad muy poco antes, pero con el tiempo llegué a considerar esa casualidad una forma de predisposición, un modo de salvarme por medio de la mente de otros. Esa fue la primera parte. A partir de entonces me ocurrieron cosas extrañas. Acepté el trabajo que me ofreció el viejo  de la silla de ruedas. Descubrí quién era mi padre. Crucé a pie el desierto desde Utah a California. Eso fue hace mucho tiempo, claro, pero recuerdo bien aquellos tiempos, los recuerdo como el principio de mi vida.

Ese día no pasamos de ahí. No bien pronunció la última frase Effing se detuvo para tomar aliento, y antes de que pudiera continuar con la historia, entró la señora Hume y anunció que era la hora del almuerzo. Después de las cosas tan terribles que me había contado, pensé que le sería difícil recobrar la serenidad, pero la interrupción no pareció afectarle mucho.

-Estupendo -dijo, dando una palmada-. Hora de comer. Estoy hambriento.
Me quedé en la playa largo rato, esperando a que se desvanecieran los últimos rayos del sol. Detrás de mí, el pueblo se dedicaba a sus actividades, haciendo los acostumbrados ruidos de la Norteamérica de fines de siglo. Mirando a lo largo de la curva de la costa, vi cómo se escondían las luces de las casas, una por una. Luego salió la luna por detrás de las colinas. Era un aluna llena, tan redonda y amarilla como una piedra incandescente. No aparté mis ojos de ella mientras iba ascendiendo por el cielo nocturno y sólo me marché cuando encontró su sitio en la oscuridad.

NOVENO CUENTO: 

                    La liebre y la tortuga.

La liebre siempre se reía de la tortuga, porque era muy lenta. ¡Je, ¡el En realidad, no sé por qué te molestas en moverte -le dijo. Bueno -contestó la tortuga-, es verdad que soy lenta, pero siempre llego al final. Si quieres hacemos una carrera. Debes estar bromeando -dijo la liebre, despreciativa- Pero si insistes, no tengo inconveniente en hacerte una demostración. Era un caluroso día de sol y todos los animales fueron a ver la Gran Carrera. El topo levantó la bandera y dijo: -Uno, dos, tres… ¡Ya!
La liebre salió corriendo, y la tortuga se quedó atrás, tosiendo en una nube de polvo. Cuando echó a andar, la liebre ya se había perdido de vista. Pero cuál no fue su horror al ver desde lejos cómo la tortuga le había adelantado y se arrastraba sobre la línea de meta. ¡Había ganado la tortuga! Desde lo alto de la colina, la liebre podía oír las aclamaciones y los aplausos. No es justo -gimió la liebre- Has hecho trampa. Todo el mundo sabe que corro más que tú. -¡Oh! -dijo la tortuga, volviéndose para mirarla- Pero ya te dije que yo siempre llego. Despacio pero seguro. No tiene nada que hacer -dijeron los saltamontes- La tortuga está perdida. “¡Je, je! ¡Esa estúpida tortuga!”, pensó la liebre, volviéndose  “¿Para qué voy a correr? Mejor descanso un rato.” Así pues, se tumbó al sol y se quedó dormida, soñando con los premios y medallas que iba a conseguir. La tortuga siguió toda la mañana avanzando muy despacio. La mayoría de los animales, aburridos, se fueron a casa. Pero la tortuga continuó avanzando. A mediodía pasó ¡unto a la liebre, que dormía al lado del camino. Ella siguió pasito a paso.
Finalmente, la liebre se despertó y estiró las piernas. El sol se estaba poniendo. Miró hacia atrás y se rió: ¡Je, ¡el ¡Ni rastro de esa tonta tortuga! Con un gran salto, salió corriendo en dirección a la meta para recoger su premio. Pero cuál fue su sorpresa al ver desde lejos cómo la tortuga le había adelantado y se arrastraba sobre la línea de meta. ¡Había ganado la tortuga! Desde lo alto de la colina, la liebre podía oír las aclamaciones y los aplausos.  “¡No es justo! – Gimió la liebre – ¡Has hecho trampa! Todo el mundo sabe que corro más que tú.” ¡Oh! – dijo la tortuga, volviéndose para mirarla. Pero ya te dije que yo siempre llego. Despacio, pero con constancia, al final siempre llego.”

DÉCIMO CUENTO:

                        POPI, EL NIÑO MAGO.


Hace mucho mucho tiempo, existió una familia dedicada a la magia. Los padres y los abuelos de Popí, eran todos magos, y Popí también quería ser un gran mago. Popí sabía ya convertir una rana en serpiente, con su varita mágica de madera. También podía detener el tiempo diciendo las palabras mágicas: “Rusqui trusqui, Rasca trasca”. Un día Popí, estaba de camino al colegio y vio como unos gamberros intentaban pegar a un perrito que andaba por la calle. Entonces Popí, pronunció las palabras mágicas y detuvo el tiempo salvando al perro, llevándoselo de donde estaban los gamberros.

 Pero cuando puso de nuevo el tiempo en marcha con sus poderes, uno de los gamberros le vio llevarse al perrito en sus brazos dando la vuelta a la esquina, y consiguió alcanzarle, pero de repente desapareció de su vista, se había hecho invisible. Popí muy preocupado volvió a detener el tiempo, de repente el hombre invisible era un viejo amigo que también estudia para ser un gran mago.

Popí se había concentrado tanto, que junto con su viejo amigo consiguieron el mayor de los poderes de un mago, para ellos era toda una alegría, pues se habían convertido en unos grandes magos.





1 comentario:

  1. Muy bien, logramos el objetivo y siguió indicaciones y correcciones.
    Separa un espacio entre párrafos.
    bye

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